Estanterías vacías,
libros en cualquier sitio,
una copa huérfana
que se ha salvado
en medio de un ramo de jazmines
sin vida
que marcan territorio
con la perpetuidad
de su perfume.
Restos de pintura
en las manos,
en la ropa,
en la punta de la nariz.
Una sonrisa pícara
y el guiño de un ojo en el espejo
a sabiendas.
Obertura de infinito
cuajada en tu boca
que no comprende nada.
Vestal desnuda
en delirio mágico
a la madrugada.
Ulular decrépito
de los fantasmas
que no saben dónde estar
ni cómo salir del caos.
Hay que verlos,
en estado de sitio,
agolpándose contra la nada,
clamando piedad,
mientras se condenan
a sí mismos,
uno por uno.
Una sonrisa en el espejo
para celebrar la libertad
recién llegada.
libros en cualquier sitio,
una copa huérfana
que se ha salvado
en medio de un ramo de jazmines
sin vida
que marcan territorio
con la perpetuidad
de su perfume.
Restos de pintura
en las manos,
en la ropa,
en la punta de la nariz.
Una sonrisa pícara
y el guiño de un ojo en el espejo
a sabiendas.
Obertura de infinito
cuajada en tu boca
que no comprende nada.
Vestal desnuda
en delirio mágico
a la madrugada.
Ulular decrépito
de los fantasmas
que no saben dónde estar
ni cómo salir del caos.
Hay que verlos,
en estado de sitio,
agolpándose contra la nada,
clamando piedad,
mientras se condenan
a sí mismos,
uno por uno.
Una sonrisa en el espejo
para celebrar la libertad
recién llegada.
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