Recuperando la memoria

Sentarse al fuego de las palabras, sentirlas vivas, chispeantes, capaces de actualizar ecos eternos y tiempos inexistentes.

Aquí tienes un lugar, que la rueda permite ampliarse y abrirse para que sientas tu espacio.

Que encuentres cobijo, mirada, escucha. Pero, sobre todo, que te encuentres...

octubre 19, 2011

Respuesta

Necesitas sentir las palabras,
 no repetirlas.
Necesitas sentir por dentro la vida,

no engañarte pensando que vives.
Necesitas sentir la pureza,

recuperar la alegría primera,
                                                          la inocencia.

Necesitas dejar de inventar mentiras que cada vez te envuelven más
 momificando tu existencia.
Necesitas sentir cuáles son las danzas,
 los mantras,
 los mandalas,
las miradas valiosas.

Necesitas unir sentir, decir y hacer,
 para volver a ser quién eras
en el primer segundo de la encarnación.

Necesitas ser feliz
en este instante que llamamos presente.

octubre 15, 2011

Desapercibido

Si tan sólo te escucharas,
si reconocieras tus palabras,
si no te hiciera falta repetir
frases que no son tuyas.
Si no necesitaras citar a otros,
si pudieras citarte a ti mismo,
si el disfraz que llevas
no fuera tan exitoso para el resto del mundo...
Tienes miedo. Lo percibo.

Yo, sin embargo, no tengo miedo.

No tengo miedo a la derrota,
ni al fracaso, ni a los errores.
No tengo miedo al desaliento,
ni a la tristeza o al desencanto.
No tengo miedo a la mentira,
ni al engaño, ni a la miseria humana.
No tengo miedo a tu incoherencia,
a tu inconstancia ni a tus olvidos.
No hay miedo que pueda conmigo
si yo misma no lo permito.

No existen las equivocaciones:
normalmente son bendiciones compartidas.

Rèplica

¡No! Nadie me va a convencer de lo contrario:
yo he pasado por este sitio muchas veces,
mi calesa ha dejado huellas demasiado profundas en el camino.
Conozco los olores y los sabores de las estaciones
y soy capaz de diferenciarlos todos.
Cada uno de esos mapas ha pasado por mis manos
y los he desechado por inservibles.
Debí quemarlos para que ésto no aconteciera.
Quiénes interpretan las coordenadas jamás han pisado
estos territorios,
y se alzan como eruditos dando cátedra
desde los retretes cubiertos de mierda
que disfrazan de palcos.
Cada vez que algún viajero entra en la tienda
desenrollan confusión y pistas falsas.
Los peregrinos se pierden, sin poder aceptar
lo evidente y se tornan insensatos, imprudentes
y vulnerables.
No existen los ciclos que nos transporten al mismo lugar,
ahí la trampa.
No hay modo de pasar otra vez por el mismo camino,
esa es la puerta.
No hay tiempo para tomar atajos,
sólo despierta.
Desde el hogar la vida espera.

Estado

Hablar sin que las palabras tengan eco.
Escribir sin que las hojas queden impresas.
Respirar sin que el aire salga por la boca.
Abrazar sin que la tibieza abrigue el alma.
Gritar sin posibilidad de ser escuchada.
En presencia que es invisible.
En urgencia que se desvanece.
En abismo que es refugio y fortaleza.
Vacuidad. Nostalgia.
Dolor que no alcanza a acabar conmigo.
Sonrisa, la de la certeza y lo bien sabido.
Parpadeo y una mirada a lo lejos que calcula cuánto falta.
Atardecer que se hizo noche detrás de las cortinas.
Cansancio y hastío /previsibles).

octubre 13, 2011

Nadir

Se mueven muchas piezas,
                                       el tablero,
                      también,
y todo se acomoda
            de acuerdo con el
                                    orden divino.
Perplejidad,
                                       desorientación elegida
que no se entiende.
                                 ¿Hay que entender?
No.
O sea, no soy capaz de hacerlo.
Blancos y negros, en mosaico,
intermitentes,
a veces desnudos o agazapados
disfrazando las piezas que hacen desdibujar
las corazonadas.
Ahí están, para saltar de uno a otro,
cómo nos venga en gana.
Es divertido.
Giro completo
no lleva siempre al punto de partida:
cerrar un ciclo en 360º es una falacia.
No hay ruinas circulares,
a pesar de los árboles
que estrangulan las pisadas.
Se sale del templo
para empantanarse en la aventura
que implora el alma.
Arde el fuego sagrado sobre las cañas de bambú
que se sumergen bajo tu piel.

octubre 12, 2011

Hombre

No temas,
quemaron mi ojos para poder verte.
Oscurecieron mi vida para reconocer la luz
que te habita.
Me quitaron la piel para sentir la tibieza de tus manos
que dibujaban alegrías en mi cuerpo.
Fagocitaron mis latidos
para que tu corazón ocupara el vacío de mi pecho,
Destrozaron mis sueños para inaugurar los nuestros,
los compartidos.
Fue tumba mi vientre para dejar que la semilla
descansara hasta tu llegada.
Fui lamento y dolor para exorcizar los miedos,
la soledad y el desamparo que te precedieron
para que me encontraras, allí, en el rincón,
en el último rincón, metamoforseada de tristeza.
Aguardo la tierra prometida,
el verdor de la montaña,
el manantial que bañará mis pies, mis manos y mis cabellos
mientras tu cuerpo respira sobre mi esencia.

Prisión elegida

Hablas de amor sin conocerle.
Condenado estás a la ignorancia.
Incapaz eres de percibir quién eres
no hay sentir que tenga nido en tu desvelo.
Has sido condenado por tus mismas elecciones,
Has sido lapidado por tus mismos juicios,
Te has desangrado de pena sin hallar consuelo,
Te ha desgarrado el dolor más insoportable,
Te has conformado con nada y sientes el peso del vacío
ese, que has provocado, que no ves, que no puedes reconocer,
ni puedes llenar.
Las cuencas de tus ojos te atormenten con enfebrecidos demonios
que vomitan tu lengua y te mantienen vivo.
Tus gemidos apenas alcanzan para deslizar la hiel de tu existencia
mientras te arrastran al Monte Grande donde habitas el nicho.
Tan infeliz como semilla infértil, tan incapaz que ni siquiera puedes
arrastrarte más allá del árbol.
La Diosa del agua te espera para exorcizarte
mientras las palabras que has escrito en aquel libro
siguen pidiendo por ti.
Que cuando despiertes, entiendas.

Sin vida

Mi niña, sigues siendo mía
con un tesoro de sonrisas, de amanecidas,
de abrazos interminables y de caminatas que nunca fueron suficientes.
Pequeña que eres mujer y dices te quiero
con la ternura de una niña que da los primeros pasos.
Buscas y no encuentras sin darte cuenta de lo que sucede.
Perdiste el mapa y el territorio ya no es el mismo.
Te has conformado y las palabras se han vaciado
y ahora dicen cosas que nadie entiende aunque aprueben
desencajados.
Qué has hecho, hija, por dónde marchas,
por qué no duermes,
por qué divagas,
por qué te pierdes,
por qué no has vuelto,
por qué no oyes,
por qué no hay paz en tus ojos
que apenas guardan ecos de muerte
que tienta al alma hacia el cadalso.
Hija, nonata.
Hija sin parto, sin llanto, sin tibieza, sin placenta,
sin movimientos, sin respiración, sin ojos abiertos,
sin puños cerrados, sin latidos.
Regresas en sombras y en estertores que se hacen lengua
que no comprendo.
El velo no me permite atravesarlo,
y tú me llamas gimiendo penas que has elegido.

Todo lo puedes

Puedes decir mi nombre mil veces
y no me cansaría de escucharte
- será que me cuesta renocerme en la alborotada
magia de tu decir-.
Puedes mirar mi rostro mil veces
y no podría darte la misma imagen nueva
que tus ojos me bautizan.
Puedes esperar ansioso mis palabras
que a veces son de haikus, o de yerbabuena o de lluvia fresca
y que se escabullen en la ventana
insinuándose a tus pinceles.
Puedes acariciarme sin roce alguno
provocando el deseo ante quietas huellas
que se hacen alas e irrumpen la pureza de tu boca.
Puedes intentarlo ilusionado,
y encender la lluvia en mis madrugadas
sin lograr siquiera irrumpir los sueños
que nos abrazan.

Fenecerás al fin

A quién escribe los guiones,
a quién despliega la pluma,
a quién esgrime la trama,
a quién lacera la piel
a quién secuestra los sueños,
a quién desgarra la vida
a quién destruye sin ver.
Cómo se vive en paz y en calma
habiendo parido la monstruosidad del dolor
en los ojos del ángel.
Cómo se devora la podredumbre de las palabras
recicladas por los mismos labios cancerosos.
Cómo se dibujan planes sobre derrotados seres
necrófagos de una realidad perversa
simplemente para engalanar el ego
y subirlo a una calesa con mortaja.
Tras tus infinitas vidas y tus infinitos rostros
te descubro: no puedes esconderte.
Cancerbero te espera para acabar de cerrar el ciclo
y devolverte tu última imagen.