Recuperando la memoria

Sentarse al fuego de las palabras, sentirlas vivas, chispeantes, capaces de actualizar ecos eternos y tiempos inexistentes.

Aquí tienes un lugar, que la rueda permite ampliarse y abrirse para que sientas tu espacio.

Que encuentres cobijo, mirada, escucha. Pero, sobre todo, que te encuentres...

octubre 14, 2010

http://laorejademonica.blogspot.com/

Mujer que me habitas

No hay modo de que te oculte:
te cuelas por los ojos
                                te sales por la boca
te escurres por mis manos
                                         burlas todos los cerrojos
                    y custodias las llaves como nadie
Escurridiza y chispeante
sabes camuflarte a buen resguardo
Un bestiario de leyes propias
titila en tus pasos
Imposible detenerte...
siempre me dejas atrapada.

septiembre 29, 2010

Más acá de La China

Cara pícara
Cámara oculta
Siglos de misterio.
Armonía en el cuerpo físico y astral
Corazón y universo.
Cazador oculto.
Me traspasaste como a una gacela
Que buscaba refugio
Para pasar la noche
Antes de cruzar la Pampa de Achala.
LUDOVICA SQUIRRU
(Para mí una gran poeta)

septiembre 28, 2010

DOMINGOS SIN SIESTA

Cuando yo era chiquita, chiquita, y no llega a treparme al ropero sin ayuda de la mesita de luz o de una silla cómplice, o sea, cuando no era grande como ahora, en mi casa pasaban cosas distintas a las que pasaban en las casas vecinas.
Todo pasaba una vez a la semana, pero no era un día cualquiera: siempre sucedía en domingo y era la siesta el momento oportuno para que todo se transformara. Y de repente mi mamá ya no era mi mamá, era la Dra. Jenny, y aparecía con una blusa celeste, un pantalón celeste, (yo pensaba que ese el pijama de mi papà, pero no, porque no se lo prestaba a nadie), una libreta con una lapicera en la mano y el comedor se transformaba en un hospital de urgencias.
Y claro, había que ser paciente y tener paciencia, porque cada uno tenia un turno. Y la doctora dejaba que los lentes se balancearan sobre su nariz y miraba de reojo con cara de pocos amigos, por si la gente hacia mucho barullo.
A mi hermana, que ya no era mi hermana, la llamaba doña Angélica (con lo que ella odiaba su segundo nombre) le daba jarabe de frutillas, ella siempre tenia suerte porque decía que no era asqueroso su remedio, más se parecía a helado derretido que a otra cosa. A mi otra hermana, le decía doña Noemí (manía que tenía mi mamá, digo, la doctora de andar recordando el nombre que una nunca usaba) y la hacía toser aunque no quisiera y le miraba los oídos y le decía que no era bueno estar haciéndose la sorda y entonces le recetaba garrapiñada de maní que gran remedio para los oídos que necesitaban un poco de movimiento. A mi hermano, Don Alberto (y sì, por lo mismo que les venía contando) le miraba los ojos, pero adentro, le subía un párpado, se lo bajaba y anotaba en su libreta. Y nuevamente, le subìa el otro párpado, lo bajaba y escribía algo en su libreta. Y la Dra. decía que NO con la cabeza, se sacaba los lentes, lo miraba fijamente un larguísimo rato y le recetaba un merengue lleno de dulce de leche para que le volviese el brillo a los ojos. Doña Elizabeth intentaba hacer dormir a su bebé recién nacido pero era imposible, aunque lo hamacara de un lado para el otro solo lograba que chillara más fuerte. La dra Jenny lo tomaba con dulzura, le daba unos besos mimosos cara de osos y el bebè se calmaba y la consulta terminaba sin receta porque el pequeño Raúl con dos semanas de vida no iba a andar tomando cosas tan pronto. Y allí estaba la Isabelita, esperando pacientemente... parecía una muñequita tan rubia y tan de ojos verdes que era de no creer que respirara y hablara de verdad sin pilas ni nada. A ella siempre le daban vitamina C para que no se resfriara tanto y que solo venia en gomitas de colores con gusto a naranja.
Y yo, más paciente que todos los pacientes juntos (porque para mi mamá, la doctora, digo, era grande y podía esperar un poco más y eso tenía premio). A esa altura del partido, digo, de la consulta, mi cara tenía 39º de fiebre y estaba a punto de desmayarme. Claro que eso no pasaba porque con confites de chocolate doña Inesita
(y sí, sonaba lindo, porque a mí me encantaba llamarme como mi abuela) recuperaba todas las energìas.
En el comedor de mi casa, los domingos a la siesta, el escenario se transformaba.
Ventajas, que le dicen, de tener siete hijos dispuestos a internarse en el mundo de la fantasía sin un poquito “asì de miedo” y con un poquito “asì” de ganas

TADEO

Tadeo que desenrrollas tus alas y planeas silbando bajito
Tadeo que te enroscas y desenroscas sin dejar de intentarlo
Tadeo que sabes y sientes con la sensibilidad de un ángel nuevo
Tadeo que luchas sin dejar el alma en la contienda
Tadeo que vives tu vida con pasos cantarinos
Tadeo que inventas nuevos territorios y nos los convidas...
Tadeo que sabes cuánto te quiero y nunca lo olvidas...
Tadeo, mi niño, ojos oscuros y andar peregrino...
Mamá

LUNA LUNERA CASCABELERA

Y de pronto un haz de luna se acuesta en el hombro y el destello impacta en sus ojos. Parece maravillado, mira hacia arriba y pregunta por qué el disco blanco brilla tanto, si es el sol, porque es de noche, por qué en el agua se desliza lentamente…
Tadeo tiene muchas preguntas, y no duda en hacerlas. En un momento, me mira, sonríe, se acerca, y dice: “Parece que la luna sintió el olorcito de tu piel por eso vino a meterse a la pileta con nosotros… ¿La luna es hombre o mujer?"
Mi hijo se acurruca a mi lado y me invita a mirarla, me acaricia y asegura que la luna es mujer y mamá… como yo…


INVENTARIO DE NECESIDADES URGENTES

Quiero un alma, como la mía,

para romper todos los sortilegios

y derrumbar la oquedad deshabitada



Quiero una esencia, la mía,

para que se funda en materia viva

y se desate con prisa y cauce



Quiero mis sueños, mis ganas

mi alegría, mis manos,

mi cielo, la espera desgastada



Quiero ser quién soy

sin argumentos

que me justifiquen



Eso quiero, y mucho,

todo lo que haya en existencia

imposible derramarse de otro modo

Tahis "La canción de la Zingara" Notre Dame de París

SOY

No soy la misma
aunque haya ecos
                          que me convoquen.
Desandando
                     recuerdos,
disparando
                 instantáneas
                 y
deshabilitando presencias.
Simultáneas sombras atemporales
me configuran, habitan y fundan.
En la luz del presente
         sigo dando gracias.

LA CITA

 

Las grietas
de mis sombras
acuden a la cita:
luminosas fugas
se impacientan.

No llego.

Debo haberme distraído en el camino.

Seguro: he errado la huella.

ALAS

Alas antojadizas
de espirales crujientes.
Paloma envuelta
en ecos de mar.
Y una caracola.
Pluma de anzuelo
         indeleble.