Me deshago cada noche
para volver a inventarme.
Abro y cierro las maletas
en cada estación
e intento comprobar
que he olvidado lo mismo de siempre.
Dejo indicios, alguna hoja con datos
que no le sirven más que a Sherlock:
inútiles porque acabo
de inventarlos.
De derecha a izquierda,
de izquierda a derecha.
De arriba a abajo,
de abajo hacia arriba.
No tan profundo.
No tan alto.
Un par de dobleces y ni siquiera hace bulto.
Sin candados.
Una etiqueta que reza un nombre desconocido.
Un número de teléfono que aún no ha sido usado por nadie.
Un abrigo nuevo: dos tallas menos,
del color más estridente, y mudo.
Sin testigos que delaten.
Excesivamente pulcro.
Edredón en el piso, sábanas revueltas.
Necesitan agua, aire y sol.
Como yo, que empiezo el día
bien hecha sólo para volver a apropiarme
del capricho derridiano.
Sin sentido el sinsentido.
para volver a inventarme.
Abro y cierro las maletas
en cada estación
e intento comprobar
que he olvidado lo mismo de siempre.
Dejo indicios, alguna hoja con datos
que no le sirven más que a Sherlock:
inútiles porque acabo
de inventarlos.
De derecha a izquierda,
de izquierda a derecha.
De arriba a abajo,
de abajo hacia arriba.
No tan profundo.
No tan alto.
Un par de dobleces y ni siquiera hace bulto.
Sin candados.
Una etiqueta que reza un nombre desconocido.
Un número de teléfono que aún no ha sido usado por nadie.
Un abrigo nuevo: dos tallas menos,
del color más estridente, y mudo.
Sin testigos que delaten.
Excesivamente pulcro.
Edredón en el piso, sábanas revueltas.
Necesitan agua, aire y sol.
Como yo, que empiezo el día
bien hecha sólo para volver a apropiarme
del capricho derridiano.
Sin sentido el sinsentido.
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