Bebiendo el mundo, desandando modelos
enardeciendo las palabras hasta pulverizarlas
y otra vez, en holocausto.
Contra el paredón, acribillido sin poder
apretar el gatillo ni una sola vez:
desagradable certeza la de ser vencido
cuando tienes el sabor del campeón
que celebra por anticipado
después de haber echado a andar
al Caballo de Troya.
Condenado a la madriguera, a la soledad
más irrespetuosa y casquivana
que se menea entre tu cuerpo y el suyo
sin que exista un sólo instante que permita
cuajar el hallazgo.
Malestar.
Hasta rabia,
de esa rabia a la que se le echa tierra
esperando que algo salga
y haga olvidar lo enterrado.
Mejor despiertas,
sacudes la comodidad
y admites que me necesitas:
este es uno de esos días en que me siento malvada,
mezquina, perversa y la más dañina de todas.
Anuncian temporada de lluvia interminable,
casi diluvio.
Qué pena que el agua, cuando se filtra tan profundamente,
produzca desalojo.
enardeciendo las palabras hasta pulverizarlas
y otra vez, en holocausto.
Contra el paredón, acribillido sin poder
apretar el gatillo ni una sola vez:
desagradable certeza la de ser vencido
cuando tienes el sabor del campeón
que celebra por anticipado
después de haber echado a andar
al Caballo de Troya.
Condenado a la madriguera, a la soledad
más irrespetuosa y casquivana
que se menea entre tu cuerpo y el suyo
sin que exista un sólo instante que permita
cuajar el hallazgo.
Malestar.
Hasta rabia,
de esa rabia a la que se le echa tierra
esperando que algo salga
y haga olvidar lo enterrado.
Mejor despiertas,
sacudes la comodidad
y admites que me necesitas:
este es uno de esos días en que me siento malvada,
mezquina, perversa y la más dañina de todas.
Anuncian temporada de lluvia interminable,
casi diluvio.
Qué pena que el agua, cuando se filtra tan profundamente,
produzca desalojo.
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