Recuperando la memoria

Sentarse al fuego de las palabras, sentirlas vivas, chispeantes, capaces de actualizar ecos eternos y tiempos inexistentes.

Aquí tienes un lugar, que la rueda permite ampliarse y abrirse para que sientas tu espacio.

Que encuentres cobijo, mirada, escucha. Pero, sobre todo, que te encuentres...

octubre 12, 2011

Sin vida

Mi niña, sigues siendo mía
con un tesoro de sonrisas, de amanecidas,
de abrazos interminables y de caminatas que nunca fueron suficientes.
Pequeña que eres mujer y dices te quiero
con la ternura de una niña que da los primeros pasos.
Buscas y no encuentras sin darte cuenta de lo que sucede.
Perdiste el mapa y el territorio ya no es el mismo.
Te has conformado y las palabras se han vaciado
y ahora dicen cosas que nadie entiende aunque aprueben
desencajados.
Qué has hecho, hija, por dónde marchas,
por qué no duermes,
por qué divagas,
por qué te pierdes,
por qué no has vuelto,
por qué no oyes,
por qué no hay paz en tus ojos
que apenas guardan ecos de muerte
que tienta al alma hacia el cadalso.
Hija, nonata.
Hija sin parto, sin llanto, sin tibieza, sin placenta,
sin movimientos, sin respiración, sin ojos abiertos,
sin puños cerrados, sin latidos.
Regresas en sombras y en estertores que se hacen lengua
que no comprendo.
El velo no me permite atravesarlo,
y tú me llamas gimiendo penas que has elegido.

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