Si tan sólo te escucharas,
si reconocieras tus palabras,
si no te hiciera falta repetir
frases que no son tuyas.
Si no necesitaras citar a otros,
si pudieras citarte a ti mismo,
si el disfraz que llevas
no fuera tan exitoso para el resto del mundo...
Tienes miedo. Lo percibo.
Yo, sin embargo, no tengo miedo.
No tengo miedo a la derrota,
ni al fracaso, ni a los errores.
No tengo miedo al desaliento,
ni a la tristeza o al desencanto.
No tengo miedo a la mentira,
ni al engaño, ni a la miseria humana.
No tengo miedo a tu incoherencia,
a tu inconstancia ni a tus olvidos.
No hay miedo que pueda conmigo
si yo misma no lo permito.
No existen las equivocaciones:
normalmente son bendiciones compartidas.
si reconocieras tus palabras,
si no te hiciera falta repetir
frases que no son tuyas.
Si no necesitaras citar a otros,
si pudieras citarte a ti mismo,
si el disfraz que llevas
no fuera tan exitoso para el resto del mundo...
Tienes miedo. Lo percibo.
Yo, sin embargo, no tengo miedo.
No tengo miedo a la derrota,
ni al fracaso, ni a los errores.
No tengo miedo al desaliento,
ni a la tristeza o al desencanto.
No tengo miedo a la mentira,
ni al engaño, ni a la miseria humana.
No tengo miedo a tu incoherencia,
a tu inconstancia ni a tus olvidos.
No hay miedo que pueda conmigo
si yo misma no lo permito.
No existen las equivocaciones:
normalmente son bendiciones compartidas.
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