Se mueven muchas piezas,
el tablero,
también,
y todo se acomoda
de acuerdo con el
orden divino.
Perplejidad,
desorientación elegida
que no se entiende.
¿Hay que entender?
No.
O sea, no soy capaz de hacerlo.
Blancos y negros, en mosaico,
intermitentes,
a veces desnudos o agazapados
disfrazando las piezas que hacen desdibujar
las corazonadas.
Ahí están, para saltar de uno a otro,
cómo nos venga en gana.
Es divertido.
Giro completo
no lleva siempre al punto de partida:
cerrar un ciclo en 360º es una falacia.
No hay ruinas circulares,
a pesar de los árboles
que estrangulan las pisadas.
Se sale del templo
para empantanarse en la aventura
que implora el alma.
Arde el fuego sagrado sobre las cañas de bambú
que se sumergen bajo tu piel.
el tablero,
también,
y todo se acomoda
de acuerdo con el
orden divino.
Perplejidad,
desorientación elegida
que no se entiende.
¿Hay que entender?
No.
O sea, no soy capaz de hacerlo.
Blancos y negros, en mosaico,
intermitentes,
a veces desnudos o agazapados
disfrazando las piezas que hacen desdibujar
las corazonadas.
Ahí están, para saltar de uno a otro,
cómo nos venga en gana.
Es divertido.
Giro completo
no lleva siempre al punto de partida:
cerrar un ciclo en 360º es una falacia.
No hay ruinas circulares,
a pesar de los árboles
que estrangulan las pisadas.
Se sale del templo
para empantanarse en la aventura
que implora el alma.
Arde el fuego sagrado sobre las cañas de bambú
que se sumergen bajo tu piel.
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