La cosa es bien simple:
no se trata de mí, sino de ustedes,
no puedo pagar penas ajenas,
nada quiero saber de vuestra historia.
Entiende, no soy yo, he pasado
cuando las llamas se habían extinguido,
sólo vi cenizas y vestigios
de un tiempo transitado.
Quise seguir de largo y no he podido.
Te observo cada día: en ti anida el desconcierto,
la angustia, la tristeza;
tu mundo está siendo otro
que no quisieras haber imaginado.
Sé digna, sé mujer, sé fortaleza.
Toma el sendero,
y el amor te mostrará su real morada.
Ten paciencia, ten fe, hay esperanza.
Los niños te custodian y te aman
(no hay ángeles capaz de superarles).
Llora todas las lágrimas,
grita si quieres,
despierta estás,
no hay pesadillas,
no inventes nada,
reclámale a la vida
y ponle condiciones
(aunque también debes recordarlas).
Vuelve al baúl, abre el cerrojo,
revuelve hasta que encuentres
la lista de los sueños,
los deseos pendientes,
las armas que necesitas
para ganar esta batalla:
la única contienda es contigo misma.
Te debes una tregua,
te debes una hazaña,
deja ya de esconderte en los rincones,
no busques más culpables,
ni condescendientes cómplices,
que no hagan de ti una mártir,
no lo permitas,
ya nadie quiere ser canonizada
ni rendirle pleitesía a quién se victimiza.
Deja la mirada escrutadora,
no busques pruebas,
¿qué ganarás declarándole culpable?
Acabarías siendo condenada por el mismo crimen.
No más sentencias,
no más ataques,
no más miseria,
no más derrapes.
Sé generosa contigo,
ve hasta el espejo,
busca a la niña que espera su turno en un costado
rescata su mirada iluminada,
proponle no jugar a la escondida,
hazle una invitación,
ve de paseo,
muéstrale el jardín,
abre la puerta,
hay algo más cruzando algunas calles,
no es verdad que cada uno hace lo que puede,
lo que mejor le sale, lo que ha aprendido,
no es verdad
porque siempre puedes marcar la diferencia,
sentirte una campeona y contagiar tus logros.
Hallarás a alguien que te quiera bien todos los días,
que te haga bien, que te elija,
que atraviese el mundo solo para amarte.
Que fluya por tus labios,
Que sienta por tus ojos,
Que beba por tu piel,
Que suspire sonidos en tu alma
Que acaricie los pliegues de tu ser.
Basta ya, hermana, de pagar penas ajenas.
Basta ya de soportar cruces nefastas.
No quiero más dolor que el que me toca,
no elijas más dolor del que has vivido.
Déjale ir, liberarás al hombre
y sin embargo siempre tendrás contigo al padre.
No son sólo palabras:
recibes de mí una promesa.
no se trata de mí, sino de ustedes,
no puedo pagar penas ajenas,
nada quiero saber de vuestra historia.
Entiende, no soy yo, he pasado
cuando las llamas se habían extinguido,
sólo vi cenizas y vestigios
de un tiempo transitado.
Quise seguir de largo y no he podido.
Te observo cada día: en ti anida el desconcierto,
la angustia, la tristeza;
tu mundo está siendo otro
que no quisieras haber imaginado.
Sé digna, sé mujer, sé fortaleza.
Toma el sendero,
y el amor te mostrará su real morada.
Ten paciencia, ten fe, hay esperanza.
Los niños te custodian y te aman
(no hay ángeles capaz de superarles).
Llora todas las lágrimas,
grita si quieres,
despierta estás,
no hay pesadillas,
no inventes nada,
reclámale a la vida
y ponle condiciones
(aunque también debes recordarlas).
Vuelve al baúl, abre el cerrojo,
revuelve hasta que encuentres
la lista de los sueños,
los deseos pendientes,
las armas que necesitas
para ganar esta batalla:
la única contienda es contigo misma.
Te debes una tregua,
te debes una hazaña,
deja ya de esconderte en los rincones,
no busques más culpables,
ni condescendientes cómplices,
que no hagan de ti una mártir,
no lo permitas,
ya nadie quiere ser canonizada
ni rendirle pleitesía a quién se victimiza.
Deja la mirada escrutadora,
no busques pruebas,
¿qué ganarás declarándole culpable?
Acabarías siendo condenada por el mismo crimen.
No más sentencias,
no más ataques,
no más miseria,
no más derrapes.
Sé generosa contigo,
ve hasta el espejo,
busca a la niña que espera su turno en un costado
rescata su mirada iluminada,
proponle no jugar a la escondida,
hazle una invitación,
ve de paseo,
muéstrale el jardín,
abre la puerta,
hay algo más cruzando algunas calles,
no es verdad que cada uno hace lo que puede,
lo que mejor le sale, lo que ha aprendido,
no es verdad
porque siempre puedes marcar la diferencia,
sentirte una campeona y contagiar tus logros.
Hallarás a alguien que te quiera bien todos los días,
que te haga bien, que te elija,
que atraviese el mundo solo para amarte.
Que fluya por tus labios,
Que sienta por tus ojos,
Que beba por tu piel,
Que suspire sonidos en tu alma
Que acaricie los pliegues de tu ser.
Basta ya, hermana, de pagar penas ajenas.
Basta ya de soportar cruces nefastas.
No quiero más dolor que el que me toca,
no elijas más dolor del que has vivido.
Déjale ir, liberarás al hombre
y sin embargo siempre tendrás contigo al padre.
No son sólo palabras:
recibes de mí una promesa.
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