Aquí vivimos, en este mundo recién nacido,
que estamos acunando y conociendo.
En el octavo día, extasiados en la dicha
de la primera mirada, sin decir más palabras,
que las que han sido dichas.
Volcán es la boca, lava entre los labios,
erupción inminente sin que haya otra Pompeya.
Simiente a punto de despertar, el surco presto,
humedad propicia y savia anunciada soñando ser.
Apenas todo para que la nada se vista de preludio.
Te amo desde el primer instante.
Tambores autoejecutados -en clave de sol-
siguen la partitura de los besos.
Felices, en este mundo en el que fijamos residencia.
La vida cotidiana nos da la bienvenida
(nosotros sabemos de la eternidad de la existencia).
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