En un instante soy capaz de ser quién soy,
de salir a cara descubierta,
de caminar descalza por la hierba, la arena,
de caminar descalza por la hierba, la arena,
las piedras calientes o la humedad atrapante del barro
con que estamos hechos,
y atravesar el mundo para encontrarte,
aunque haga falta derribar murallas,
o camuflarse en medio de la contienda,
o inventar nuevos mundos posibles
donde seamos capaces de amarnos sin descanso,
con prisa, sin tregua.
Al instante siguiente algo desbarata mi paz,
pierdo coordenadas, me quedo sin señal,
no encuentro el norte, nada parece territorio conocido,
y me veo sentada en medio del charco con el cántaro
convertido en mil pedazos arrojados por todas partes.
Un nuevo instante con sonrisa dibujada,
latidos escapando del pecho con ecos garabateados
que llegan, en el amanecer, al corazón de destino,
donde anidan, buscan cobijo, abrazos y buen amor.
En ese instante logro verme desnuda sin más piel que la tuya
desandando estas miradas con estos ojos que nos consagran.
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