Bajo la sombra del palo borracho,
sobre la hierba, tendidos.
Él acaricia su cabello sin darse cuenta.
Ella lo disfruta sin disimular su dicha,
sabiendo que no hay mejor sitio para su cabeza
que las piernas del amado.
Suena Clarice, se cuela entre mate y mate,
mientras las páginas se hacen palabras
y las palabras, lectura compartida.
Ambos sonríen, se miran, se atrapan en un beso
y suspiran pedacitos del alma.
Podría ser domingo, o lunes o jueves,
no hay siesta que requiera ningún calendario.
Los amantes viajan en la alfombra que teje la historia.
la lámpara brilla en un costado,
ya no es necesaria: ha cumplido todos los deseos.
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