En estas paredes
escribo las historias
que me han contado
y escribo las mías
para que sean símbolos
que les ayuden a verme,
a encontrarme,
a saber que estoy aquí,
envuelta en el manto invisible
de las palabras.
Las rocas cobijan los pasajes
más alegres y los más tristes:
son tantos los tristes,
que describen paisajes.
A veces soy canto,
a veces huella,
a veces nada.
Mis ojos cansados,
son manantiales
allí y acá
se secan
mientras andamos.
Algunos atardeceres
sobre el mar
fueron eternos.
Cada día, luego,
es nada,
no hay calendario
Guantes dorados
para recibir el rocío
de la mañana.
Me ha ganado la vida
y la puñalada de la ilusión
tan traicionera.
Sentir que nada
tiene sentido.
No saber a dónde,
ni cómo,
ni para qué.
Mucho, ya.
Estoy cansada.
escribo las historias
que me han contado
y escribo las mías
para que sean símbolos
que les ayuden a verme,
a encontrarme,
a saber que estoy aquí,
envuelta en el manto invisible
de las palabras.
Las rocas cobijan los pasajes
más alegres y los más tristes:
son tantos los tristes,
que describen paisajes.
A veces soy canto,
a veces huella,
a veces nada.
Mis ojos cansados,
son manantiales
allí y acá
se secan
mientras andamos.
Algunos atardeceres
sobre el mar
fueron eternos.
Cada día, luego,
es nada,
no hay calendario
Guantes dorados
para recibir el rocío
de la mañana.
Me ha ganado la vida
y la puñalada de la ilusión
tan traicionera.
Sentir que nada
tiene sentido.
No saber a dónde,
ni cómo,
ni para qué.
Mucho, ya.
Estoy cansada.
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