Me esperas en la estación de lo posible
con un ramo de flores de almendro
recogidas al alba.
Apenas ha sido suficiente el esfuerzo
las palabras de aliento
la certeza
que derrumba los miedos
para darnos cuenta
de que luchábamos
contra nosotros mismos.
Te necesitaba, amado guerrero,
para romper el maleficio,
para salir de la crisálida
y ser bendecida en tus brazos.
Locura disuelta,
cancerbero vencido y desterrado
sucumbe ante tu espada.
No hay vestigios de Pompeya
en esta epifanía.
Domingo de ramos
para sentirnos unidos
mientras nos celebra el campo
donde cantan los olivos
y advertir la urgencia del aquí y ahora.
con un ramo de flores de almendro
recogidas al alba.
Apenas ha sido suficiente el esfuerzo
las palabras de aliento
la certeza
que derrumba los miedos
para darnos cuenta
de que luchábamos
contra nosotros mismos.
Te necesitaba, amado guerrero,
para romper el maleficio,
para salir de la crisálida
y ser bendecida en tus brazos.
Locura disuelta,
cancerbero vencido y desterrado
sucumbe ante tu espada.
No hay vestigios de Pompeya
en esta epifanía.
Domingo de ramos
para sentirnos unidos
mientras nos celebra el campo
donde cantan los olivos
y advertir la urgencia del aquí y ahora.
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