una y doce
un ladrido lejano que responde a otro y a otro y a otro
dos y ocho
brisa madrugadora sacude los brazos del paraíso
con ganas de mandarlo al mismo infierno
dos y treinta y siete
no hay modo de explicarle al llamador de ángeles
que las líneas están colapsadas,
verifique el número y por favor vuelva a discar
tres y once
los ángeles sólo atienden llamados de emergencia
(si no me atienden cómo pueden saber qué tan urgente es)
cuatro y cincuenta y tres
no debería haber espejos en el baño,
para qué, nadie quiere saber a esta hora
que han quedado rastro de tanta lágrima rodante
Las seis, en punto
sólo los rayos de mi sol llegan a tiempo
Seis y catorce, caminata
Seis y veinte. ¡Hay que ver este día tan maravilloso
que arranca con tormenta matutina!
Seis y veintidos: afortunada, las primeras gotas caen sobre mí.
No hay mejor exorcismo.
Seis y treinta y uno. Ves, si hubiese dormido toda la noche
no estaría aquí, y ahora.
A las siete y tres deja de llover.
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