Pesadumbre, urdimbre, derrumbe, hartazgo.
Mar furioso de proyectos soy si comparto mi vida contigo.
Entonces siento dolor y metamorfoseo dolor en enojo.
Me dura un instante: no es verdad que me desborden las emociones,
las reconozco, las tengo vistas, ocupan su lugar apenas las miro.
Lees que me derramo en palabras si dejo que los sentimientos dancen:
si callo reina la paz, efímera y mentirosa, te obstinas en llamarle paz.
Toca llevar pantalones largos y a mí me gustan las faldas.
Mujer soy, la que te ama, la que te espera, la que no se resigna
a menos que digas adiós. Entonces no seré mujer resignada,
sólo seré quién mira hacia un lado y otro para ver por dónde quiero seguir.
Dices que la llama flamea dentro de ti y temo que te incendies: te habita el amor y la pasión, aunque no le puedas poner palabra, dan señales.
La llama sigue flameando dentro de ti y si no la compartes
temo que no pueda recoger ni siquiera tus cenizas.
Esa llama es nuestro abrigo, no lo olvides.
Amado, desanda los pasos y vuelve a la cama, descansa.
Que nada te atormente, porque soy yo quién siente truenos y relámpagos.
Que tu voz no se ahogue y reconozca la mía. Te llamo.
Que el remanso siga siendo ese lugar que elegimos para construir el hogar.
Nos esperan nuestros hijos, ambos merecen lo que han venido a buscar.
Nosotros podemos dárselos. Es el tiempo, es el momento.
En nuestro hogar comienza la paz, y eso sí que es un verdadero acto de justicia.
No hay egoísmo posible si estamos dispuestos a dar generosamente a quienes amamos.
Poco podemos amar la humanidad a la que pertenecemos si no hacemos tarea en casa.
Mi tejido avanza.
Verde que te quiero verde.
Llega el momento del estreno, del reencuentro, de la charla pendiente.
Tal vez no logre ser más que quién te escuche.
Sabrás que ya sentía que eso podía pasar.
Sigo teniendo mucho para decirte, es mucho, TE AMO.
Mar furioso de proyectos soy si comparto mi vida contigo.
Entonces siento dolor y metamorfoseo dolor en enojo.
Me dura un instante: no es verdad que me desborden las emociones,
las reconozco, las tengo vistas, ocupan su lugar apenas las miro.
Lees que me derramo en palabras si dejo que los sentimientos dancen:
si callo reina la paz, efímera y mentirosa, te obstinas en llamarle paz.
Toca llevar pantalones largos y a mí me gustan las faldas.
Mujer soy, la que te ama, la que te espera, la que no se resigna
a menos que digas adiós. Entonces no seré mujer resignada,
sólo seré quién mira hacia un lado y otro para ver por dónde quiero seguir.
Dices que la llama flamea dentro de ti y temo que te incendies: te habita el amor y la pasión, aunque no le puedas poner palabra, dan señales.
La llama sigue flameando dentro de ti y si no la compartes
temo que no pueda recoger ni siquiera tus cenizas.
Esa llama es nuestro abrigo, no lo olvides.
Amado, desanda los pasos y vuelve a la cama, descansa.
Que nada te atormente, porque soy yo quién siente truenos y relámpagos.
Que tu voz no se ahogue y reconozca la mía. Te llamo.
Que el remanso siga siendo ese lugar que elegimos para construir el hogar.
Nos esperan nuestros hijos, ambos merecen lo que han venido a buscar.
Nosotros podemos dárselos. Es el tiempo, es el momento.
En nuestro hogar comienza la paz, y eso sí que es un verdadero acto de justicia.
No hay egoísmo posible si estamos dispuestos a dar generosamente a quienes amamos.
Poco podemos amar la humanidad a la que pertenecemos si no hacemos tarea en casa.
Mi tejido avanza.
Verde que te quiero verde.
Llega el momento del estreno, del reencuentro, de la charla pendiente.
Tal vez no logre ser más que quién te escuche.
Sabrás que ya sentía que eso podía pasar.
Sigo teniendo mucho para decirte, es mucho, TE AMO.
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