He caído en la mazmorra
del deslumbramiento.
Presa de la gracia
de tus palabras,
de la maniquea seducción
de tus dedos,
el estético sadismo
de las emociones
que eres capaz de domar
con un suspiro
y la promesa de un abrazo.
Ese hilo invisible
se ha tensado
para acercarnos en una red
de bricolaje.
Tus miedos te hacen inofensivo:
crédulo si piensas
que he de seguirte.
Espero.
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