Sólo entre mis brazos,
o a mi lado,
en ningún otro sitio,
amaneciendo juntos
sin dormir siquiera;
aquí, donde el beso aflora,
donde tu corazón late
acribillando el silencio
y todos los temores
que hemos derribado.
Te espero
y confío,
te pienso y siento
que eres mío
como nunca has sido.
Te miro, te llamo,
escribo una líneas
condenadas a muerte
y mi boca te besa
inaugurando un milagro
que necesitamos.
Te siento, me sientes,
sentimos la proximidad,
la precipitada urgencia,
la certeza en los cuerpos,
los suspiros acallados,
el lenguaje nuestro
de las miradas
que hablan.
Amarte a pesar de todo,
amarte sin sentido,
sin desvelo,
en vaticinio y deseo
que lo hace posible.
Esgrimir valentía,
osadía,
seguridad y alegría
cinceladas
bajo este cielo
deshecho en lluvia
en el caminito
de los almendros.
Llegaremos caminando
y daremos gracias
por cada día
por cada tarde
por cada noche.
Ya no quiero despedidas
sin fecha de reencuentro,
ya no quiero la angustia
de no saber cuándo volveré a verte.
Ya no quiero que me digas
lo que no sientes
y te guardes la llave
de mi sonrisa
bajo otra piel
en otra boca
que dice amor
sin serlo.
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