Testigo es la tarde
del hilván que se hace prosa
y comienza a contar la historia.
En la mesa las piezas
esperando su turno.
Qué he de contar
que merezca la pena.
Hablaré de lo que he vivido
y de lo que hubiera querido.
Hablaré de lo que fue
y de lo que no fue.
Diré lo que me quedó pendiente
y entre las ruinas
seré capaz de hallarle sentido
a la pena.
O tal vez sólo escriba
para ver qué sale
sin mí, sin huellas.
del hilván que se hace prosa
y comienza a contar la historia.
En la mesa las piezas
esperando su turno.
Qué he de contar
que merezca la pena.
Hablaré de lo que he vivido
y de lo que hubiera querido.
Hablaré de lo que fue
y de lo que no fue.
Diré lo que me quedó pendiente
y entre las ruinas
seré capaz de hallarle sentido
a la pena.
O tal vez sólo escriba
para ver qué sale
sin mí, sin huellas.
Yo he probado esa última opción, tengo la novela en blanco.
ResponderEliminarSalud-os
Eres muy gracioso, sin dudas.
ResponderEliminarProbablemente me ocurra lo mismo. Sin embargo, vale el intento.
Abrazo
Siempre quedan rastros, huellas, sabores, recuerdos que nos asaltan en cada esquina...parece que hemos andado caminos invisibles. La palabra escrita y a veces no dicha nos resguarda de la nada. Escribes muy bien Zíngara y dejas tus Huellas. Gran abrazo!
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