No ha mediado palabra,
y sin embargo, hemos conversado durantes horas
No ha habido frontera entre tu piel y la mía,
hemos bailado, hemos cantado, hemos sido parte
del mismo estallido
Te he reconocido, una vez más,
en tu lucha, en tu valentía y en tu mirada
que no se confunde con ninguna otra.
Otra vez el éxtasis, la emoción cuajada en infinito
las historias que hemos recordado,
las risas hechas trino,
la mecedora,
el arroyo,
volar hacia el otro lado de la montaña,
la colección de piedrecillas,
los vestidos cubierto de amor seco,
y el sabor de las tunas deshaciéndose en la boca.
Otra vez las moras, tiñendo las manos,
y poniendo en ebullición las miradas de los demás.
Otra vez los planes,
los secretos,
los pasadizos,
la casa abandonada,
la cámara de fotos robada del mueble
para inventar un álbum que fuera sólo nuestro.
Otra vez las mentiras en complicidad absoluta
y el bául y los libros, y la armónica
que aprendimos a conocer
y el silencio,
y la noche bajo la parra,
y los nidos de las gallinas dispuestos para la gran función.
Otra vez la comadreja trepada en el algarrobo,
teniéndonos por testigos que no iban a delatarla.
Otra vez la sábana de pétalos de rosas
y las hojas donde escribíamos todo para que luego el fuego
tragara sus decires.
Otra vez la certeza, Catalina, y el corazón contento
por volver a verte...
y sin embargo, hemos conversado durantes horas
No ha habido frontera entre tu piel y la mía,
hemos bailado, hemos cantado, hemos sido parte
del mismo estallido
Te he reconocido, una vez más,
en tu lucha, en tu valentía y en tu mirada
que no se confunde con ninguna otra.
Otra vez el éxtasis, la emoción cuajada en infinito
las historias que hemos recordado,
las risas hechas trino,
la mecedora,
el arroyo,
volar hacia el otro lado de la montaña,
la colección de piedrecillas,
los vestidos cubierto de amor seco,
y el sabor de las tunas deshaciéndose en la boca.
Otra vez las moras, tiñendo las manos,
y poniendo en ebullición las miradas de los demás.
Otra vez los planes,
los secretos,
los pasadizos,
la casa abandonada,
la cámara de fotos robada del mueble
para inventar un álbum que fuera sólo nuestro.
Otra vez las mentiras en complicidad absoluta
y el bául y los libros, y la armónica
que aprendimos a conocer
y el silencio,
y la noche bajo la parra,
y los nidos de las gallinas dispuestos para la gran función.
Otra vez la comadreja trepada en el algarrobo,
teniéndonos por testigos que no iban a delatarla.
Otra vez la sábana de pétalos de rosas
y las hojas donde escribíamos todo para que luego el fuego
tragara sus decires.
Otra vez la certeza, Catalina, y el corazón contento
por volver a verte...
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