Podría ser una existencia miserable,
sin esperanza,
pero es la casa donde dan ganas
de poner otra hilada de ladrillos cuando acabas la anterior.
Podría ser territorio de despojos,
agonía huérfana de consuelo,
caída interminable
por las cavernas fosilizadas del espanto
pero es savia nueva a borbotones fluyendo en jazmines y pasionarias
que aún no han nacido.
Podría ser virtuosa despedida desde el umbral de una existencia
insípida y microscópica,
pero es la rueca y el telar,
hilados que danzan y acarician los sueños
que se hacen manta para esperar el invierno.
Podría ser encrucijada en un laberinto que no tiene puerta de salida
por más que desees hallarla,
pero es el mapa que muestra cartografía ilusionada que espera ser desandada
aunque sea sólo a tientas.
Podría ser un fantasma del príncipe azul de un cuento
que no tuvo final feliz y que viene a recordármelo,
pero eres tú, de carne y hueso,
mirar cristalino,
manos peregrinas
y promesas cumplidas.
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