Presa del sonido de los cascos,
viendo como la distancia se borra con los estertores
de unas herraduras enloquecidas;
el duermevela de la cascada que se precipita
antes de que lo haga.
Vaticinio en la cornisa,
tamborileo de las rocas
sobre las que rodará mi cabeza
mi corazón
y lo que quede.
viendo como la distancia se borra con los estertores
de unas herraduras enloquecidas;
el duermevela de la cascada que se precipita
antes de que lo haga.
Vaticinio en la cornisa,
tamborileo de las rocas
sobre las que rodará mi cabeza
mi corazón
y lo que quede.
Poema del vértigo, amenazante poema. Y ahí está su encanto. Un abrazo
ResponderEliminarSiempre tan atento, Amando, gracias por su mirada...
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