Van con nosotros,
por detrás,
pisando nuestros pasos,
oliendo nuestras huellas,
deshaciendo el polvo del camino,
levantando puñados de tierra,
maldiciendo por lo bajo,
desgarrando con alevosía
el mapa que vamos dibujando.
Nos siguen, a poca distancia,
despistando los sentidos,
encubriendo los demonios
que llevamos dentro,
desatando temores,
miedos,
pesadillas envueltas en papel de seda.
Nos adivinan,
en las palabras,
en los silencios,
en las miradas furtivas,
en las de soslayo,
en las profundidades del alma,
o en la piel desnuda.
Evitan los atajos,
el camino corto,
la maleza,
el suelo yermo,
el abismo,
donde podrían ser capturadas
sin resistencia.
Es posible huir de ellas
de un sólo modo:
los espejos no tienen sombra.
por detrás,
pisando nuestros pasos,
oliendo nuestras huellas,
deshaciendo el polvo del camino,
levantando puñados de tierra,
maldiciendo por lo bajo,
desgarrando con alevosía
el mapa que vamos dibujando.
Nos siguen, a poca distancia,
despistando los sentidos,
encubriendo los demonios
que llevamos dentro,
desatando temores,
miedos,
pesadillas envueltas en papel de seda.
Nos adivinan,
en las palabras,
en los silencios,
en las miradas furtivas,
en las de soslayo,
en las profundidades del alma,
o en la piel desnuda.
Evitan los atajos,
el camino corto,
la maleza,
el suelo yermo,
el abismo,
donde podrían ser capturadas
sin resistencia.
Es posible huir de ellas
de un sólo modo:
los espejos no tienen sombra.
He probado con el espejo, pero me ha devuelto mi propia sombra, no la de él. Me parece que no servirá.
ResponderEliminarInteresantes huellas, éstas.
Abrazos.
Las sombras estallan ante el espejo: sólo ahí te encuentras a buen resguardo...
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