Frente a un pájaro que no canta,
sino que habla, con desesperación,
con desmesura y con urgencia.
Que dice, que se dice y que te dice,
mientras lo observas sin entenderle nada.
Pero dice, se manifiesta, sacude sus alas,
avance y retrocede.
Te mira de frente,
picotea un resto de corteza,
insiste.
Y tú, nada.
Es un lenguaje que no comprendes
aunque sientes que hay mensaje,
que hay presagio,
que hay presencia.
Te mira nuevamente,
te mira y te enciende la mirada,
vuela.
Babel: sonrisa irónica,
antes de ser vencida.
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