Allí donde la ciudad comienza,
sin el molino
Cruzar los campos para encender
el fuego que mueve el ferrocarril
Desnudas las manos
que ya no impulsan la rueca ni amasan el pan
de cada día
La mesa desnuda, silente,
solitaria
Manecillas de un reloj
que gobierna el sueño
y ha parido el insomnio
que inunda las calles con nombre
Lejos el fogón,
el pedazo de cielo
donde las estrellas escriben mensajes
que descifra el alma.
Transformar el espíritu en revolución
y estridente supervivencia.
Fusilamiento constante en cada puesto
y son miles
los que caen sin piedad.
Otras manos les marcan el camino
y los apilan en despojos
que ni a cenizas llegan.
Sombra
Con la sangre en las arcas
llenan los bancos
y escriben en lápidas perdidas
en un no lugar.
Lastima el barrio
en estado de sitio.
Telas envuelven las celdas
y quitan el aire que hace falta.
Burbujeante fatalidad
se hace destino
donde se pierden los hogares
del pueblo.
Mortaja
y las ocho horas
son cadena perpétua
para la dignidad
contra todo pronóstico y así
encarna el hombre nuevo.
sin el molino
Cruzar los campos para encender
el fuego que mueve el ferrocarril
Desnudas las manos
que ya no impulsan la rueca ni amasan el pan
de cada día
La mesa desnuda, silente,
solitaria
Manecillas de un reloj
que gobierna el sueño
y ha parido el insomnio
que inunda las calles con nombre
Lejos el fogón,
el pedazo de cielo
donde las estrellas escriben mensajes
que descifra el alma.
Transformar el espíritu en revolución
y estridente supervivencia.
Fusilamiento constante en cada puesto
y son miles
los que caen sin piedad.
Otras manos les marcan el camino
y los apilan en despojos
que ni a cenizas llegan.
Sombra
Con la sangre en las arcas
llenan los bancos
y escriben en lápidas perdidas
en un no lugar.
Lastima el barrio
en estado de sitio.
Telas envuelven las celdas
y quitan el aire que hace falta.
Burbujeante fatalidad
se hace destino
donde se pierden los hogares
del pueblo.
Mortaja
y las ocho horas
son cadena perpétua
para la dignidad
contra todo pronóstico y así
encarna el hombre nuevo.