He nacido como todos los que me han precedido
y aún como nacerán los que me sucederán.
Una cadena de nacimientos eslabonados
con perversa continuidad
se disfraza de misterio
y articula el golpe bajo.
Espermatozoide y óvulo,
con o sin orgasmo, según sea
parece no haber otro modo "humano"
de perpetuar la vida
que se inmortaliza
en este inmodificable entuerto.
Cenáculo de la desazón
adivinada.
Las Furias se tuercen de risa sanguinolenta
en un costado.
Las nueve lunas y sus avatares
de cuartos crecientes o menguantes,
de lunas nuevas y -especialmente-
de lunas llenas.
El cuenco espera
y el torrente llega.
La cavidad resignada se hace nido
un nido que nunca sabe si va a usarse o no
Podría ser azaroso pero no lo es.
Podría ser planeado pero no lo es.
Millones - o incontables- acoples
en cada instante.
Algunos cuajan.
Embrión que disimula la forma
para ocultar la esencia.
El sello es inconfundible
y la huella digital lo delata,
y no.
El ego, tan egoísta como pendenciero,
despliega título de propiedad y articula el posesivo.
Alguna apuesta,
aunque el sexo sea una construcción de género.
Hilados, urdimbre, retazos, tules,
y el ritual de bienvenida
para que sienta que llega al mejor de los mundos posibles.
En el primer llanto comienza a derrumbarse
el imperio de la ficción:
la vida emborracha la conciencia
y propone un juego sin reglas conocidas.
Morimos desde el primer estallido.
Condenados los posesos con su sentencia:
no hay modo de librarse de los herrajes y las cadenas.
y aún como nacerán los que me sucederán.
Una cadena de nacimientos eslabonados
con perversa continuidad
se disfraza de misterio
y articula el golpe bajo.
Espermatozoide y óvulo,
con o sin orgasmo, según sea
parece no haber otro modo "humano"
de perpetuar la vida
que se inmortaliza
en este inmodificable entuerto.
Cenáculo de la desazón
adivinada.
Las Furias se tuercen de risa sanguinolenta
en un costado.
Las nueve lunas y sus avatares
de cuartos crecientes o menguantes,
de lunas nuevas y -especialmente-
de lunas llenas.
El cuenco espera
y el torrente llega.
La cavidad resignada se hace nido
un nido que nunca sabe si va a usarse o no
Podría ser azaroso pero no lo es.
Podría ser planeado pero no lo es.
Millones - o incontables- acoples
en cada instante.
Algunos cuajan.
Embrión que disimula la forma
para ocultar la esencia.
El sello es inconfundible
y la huella digital lo delata,
y no.
El ego, tan egoísta como pendenciero,
despliega título de propiedad y articula el posesivo.
Alguna apuesta,
aunque el sexo sea una construcción de género.
Hilados, urdimbre, retazos, tules,
y el ritual de bienvenida
para que sienta que llega al mejor de los mundos posibles.
En el primer llanto comienza a derrumbarse
el imperio de la ficción:
la vida emborracha la conciencia
y propone un juego sin reglas conocidas.
Morimos desde el primer estallido.
Condenados los posesos con su sentencia:
no hay modo de librarse de los herrajes y las cadenas.
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