Recuperando la memoria

Sentarse al fuego de las palabras, sentirlas vivas, chispeantes, capaces de actualizar ecos eternos y tiempos inexistentes.

Aquí tienes un lugar, que la rueda permite ampliarse y abrirse para que sientas tu espacio.

Que encuentres cobijo, mirada, escucha. Pero, sobre todo, que te encuentres...

noviembre 25, 2012

Legado

Ella estaba cansada de estar en la cueva,
de abrir las piernas,
de no decir palabra.
Ella quería correr,
irse bien lejos,
ver en cada rincón del mundo
los amaneceres y los atardeceres,
todos,
y bañarse en las aguas de todos los ríos
y todos los mares.
Ella quería conocer su voz
y gritarla sin mortaja antes de tiempo.
Ella quería elegir el momento
en que el vientre se hinchara
para dar refugio.
Ella quería no elegir nada
y comer lo que fuera encontrando por el camino.


La tatarabuela revolvía el puchero chico en la ollita de barro
y amargamente pensaba que no era muy distinta de los mártires
del calendario gregoriano,
aunque no se atreviera a decir palabra,
y la sustituyera por un novenario.
A la bisabuela Carlota la violaron el día de su boda
y se tragó las lágrimas que luego fueron placenta
en la que crecieron muchos hijos. Las hijas, apenas,
sobrevivieron.
A la abuelita Inés la casaron con su primo hermano
a los catorce años para que formara una familia grande
y la fortuna de dos apellidos iguales también se multiplicara.
A mi tía Amanda no le quedó más opción
que irse al Convento de la Hermanas
para encontrarse consigo misma
y tratar de escapar del mandato patriarcal
que la afixiaba.
A mi madre le nacieron ganas de ser feliz
y pensó que con un esposo e hijos sería posible.
Años de maltrato,
de golpes de puño,
de insultos,
de empujones,
de gritos,
de desprecio,
de mentiras,
de regalos,
de sonrisas lapidarias,
de noches insomnes,
de sometimiento,
de soledad,
de hijos que llegaban
para sumarse como testigos
de la violencia cotidiana.
Y entonces quiso morirse
para acabar con la desgracia.
Y lo hizo.

Yo quiero la libertad en todas sus formas,
la alegría en mis hermanas,
la conciencia y la certeza,
el compromiso,
la mirada segura,
el paso firme,
la creatividad sin condiciones,
un calendario propio
si hiciera falta.

Yo quiero verlas libres,
empoderadas,
disfrutando la vida,
siendo felices,
sin que nadie les diga
cómo ser ellas.

Algún día la violencia
debe acabarse.


Albergue

Siempre son refugios los naufragios
y no hay soledad posible en las palabras
Una guarida vacía no es tan segura
mejor mudarse con vista a otros amaneceres
Que más da la caverna,
la roca,
la cañada,
el despacho,
la madriguera,
el cañaveral,
la cueva,
el nido,
el rancho,
un chiringuito,
la celda,
el coche
             o la bicicleta,
una tienda de campaña,
el banco de la plaza,
o el alero del techo de la vecina.
Podría prescindir de todas las puertas
pero no podría vivir sin ventanales

Fuga

El polvo que se desliza bajo la puerta
y se instala marcando territorio
El haz de luz que le secunda
La mansa espera de lo inhabitado
Los sonidos ausentes quieren ser
golpes de timbal
Territorio de ausencia,
de inexistencia.
Nada sucede aquí en años
Nadie llega
Desterradas las llaves
Necrosados los cerrojos
Enmohecidas las bisagras
y las guardianas del silencio
leyendo todos los libros
una y otra vez
leyendo
En la plaza, las risas,
desfiles y carnavales
En el alma, la nada
embrutecida

noviembre 17, 2012

Esperpento

He nacido como todos los que me han precedido
y aún como nacerán los que me sucederán.
Una cadena de nacimientos eslabonados
con perversa continuidad
se disfraza de misterio
y articula el golpe bajo.
Espermatozoide y óvulo,
con o sin orgasmo, según sea
parece no haber otro modo "humano"
de perpetuar la vida
que se inmortaliza
en este inmodificable entuerto.
Cenáculo de la desazón
                                    adivinada.
Las Furias se tuercen de risa sanguinolenta
                                en un costado.
Las nueve lunas y sus avatares
de cuartos crecientes o menguantes,
de lunas nuevas y -especialmente-
de lunas llenas.
El cuenco espera
y el torrente llega.
La cavidad resignada se hace nido
un nido que nunca sabe si va a usarse o no
Podría ser azaroso pero no lo es.
Podría ser planeado pero no lo es.
Millones - o incontables- acoples
en cada instante.
Algunos cuajan.
Embrión que disimula la forma
para ocultar la esencia.
El sello es inconfundible
y la huella digital lo delata,
y no.
El ego, tan egoísta como pendenciero,
despliega título de propiedad y articula el posesivo.
Alguna apuesta,
aunque el sexo sea una construcción de género.
Hilados, urdimbre, retazos, tules,
y el ritual de bienvenida
para que sienta que llega al mejor de los mundos posibles.
En el primer llanto comienza a derrumbarse
el imperio de la ficción:
la vida emborracha la conciencia
y propone un juego sin reglas conocidas.
Morimos desde el primer estallido.
Condenados los posesos con su sentencia:
no hay modo de librarse de los herrajes y las cadenas.

noviembre 04, 2012

Et in secula seculorum

Bajo una piel cetrina, blanca, mortecina.
Con aliento a muérdago, a canela, a cenizas.
Deshecha a latigazos, a caricias, a olvido.
Insilio.
Liturgia en el mito del sueño.
Crecer y florecer en el estanque, 
inmaculada sobre la opacidad del pantano.
Sutra.
Lemuriana sinécdoque que habita el estertor final:
existencia atemporal prologa
el estallido del primer momento.
Tejido del cosmos para borrar las singularidades,
fotones y gravitones en el caldero.
Ansiedad:
mi última tortura es la eternidad.