Recuperando la memoria

Sentarse al fuego de las palabras, sentirlas vivas, chispeantes, capaces de actualizar ecos eternos y tiempos inexistentes.

Aquí tienes un lugar, que la rueda permite ampliarse y abrirse para que sientas tu espacio.

Que encuentres cobijo, mirada, escucha. Pero, sobre todo, que te encuentres...

enero 14, 2012

Todavìa

Qué hago con mis plumas de pavo real,
con este andar elegante y regio
que me hace ùnica.
Qué hago con mi espíritu inquieto
que igual disfruta el mar y la montaña,
o unas callecitas que se adivinan
bajo una hilera de macetas cubiertas de flores
en un patio andaluz,
o en el gótico de Barcelona.
Qué hago con la punta de esta nariz, casi humana,
que visto a veces (para las grandes ocasiones)
y que me hace reventar de gozo
cuando logro avistar un estallido turquesa
que salpica la arena de la Macallereta.
Què hago con mi piel azabache
que enfunda el cuerpo
mientras me deslizo en medio de la selva invisible
evitando la muerte segura.
Qué hago con esta lengua de dos vías
que es capaz de desbaratar argumentos insípidos
vestidos de impecables dogmas
que  merecen el veneno del lacerazo
que desenmascara.
Si soy ésta es porque no podría ser otra:
lo más lejos posible de Barbarroja,
ya varios loros duermen en el lecho marino
decapitados.
Plumas, pieles, escamas, texturas varias
que sean todos los colores, los anfitriones.
Qué haría comiendo sandía y semillas de calabaza
"tranquilamente" todo el día.
Tranquilidad, ninguna, moriría de espanto
contemplando siempre el mismo paisaje,
las mismas aves, las mismas gentes.
Es que comprensión, compromiso y confianza
se aprenden en el ida y vuelta,
no en la repetición monótona de un repertorio.
Existen otras que nos nacen envueltas
en besos, caricias y amaneceres.
Le temo a la hipótesis.
Por lo que fuera o lo que fuese,
seguiré tomando la forma que el espacio requiera.


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