Recuperando la memoria

Sentarse al fuego de las palabras, sentirlas vivas, chispeantes, capaces de actualizar ecos eternos y tiempos inexistentes.

Aquí tienes un lugar, que la rueda permite ampliarse y abrirse para que sientas tu espacio.

Que encuentres cobijo, mirada, escucha. Pero, sobre todo, que te encuentres...

marzo 18, 2011

Torre

Huele a podredumbre,
a pantano,
a desolación y a pecado.
Humaredas de azufre
caracolean entre sus dientes.
No es piel la suya si no escamas secas.
No es mirada la suya si no infierno extinguido.
No son manos las suyas si no garfios con sangre ennegrecida.
No es andar el suyo si no reptación mortuoria.
Elige su lugar, ahí mismo, donde descubrió su muerte.
Elige su lugar, ahí mismo, en el Monte Grande que se hace Calvario eterno.
Demasiado horror, demasiado dolor, demasiado espanto.
Ninguna palabra, ninguna verdad, ninguna esencia divina a la vista.
Lo peor del ser ha emergido.
Apocalíptico final sin fin.
Envuelta en oro, incienso y mirra,
asisto espantada a su derrumbe.
Y me alejo.

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