Cada pasillo del palacio
te cuenta una historia y
te vas llenando de monigatori.
Cansina y despreciada
tu mundana liturgia.
No alcanzan las horas
para devorar los libros
que te visten
de ensoñaciones.
Proteges a cada una
de las Cortesanas de Heian
envuelta en la dicha
de haber contemplado
-antes de que se desvanecieran-
las flores de los cerezos.
Siento tus manos
dando gracias a la seda
de tu kimono.
Memoria de lágrimas, libros y
sueños que anotamos al despertar.
Una rama de ciruelo atrapa
un claro de luna.
Otoño del siglo XI
en la cima de los montes.
Celebración de la amistad
o lamento de inmortalidad
asumida.
Ya hace mil años
que caminamos juntas.
te cuenta una historia y
te vas llenando de monigatori.
Cansina y despreciada
tu mundana liturgia.
No alcanzan las horas
para devorar los libros
que te visten
de ensoñaciones.
Proteges a cada una
de las Cortesanas de Heian
envuelta en la dicha
de haber contemplado
-antes de que se desvanecieran-
las flores de los cerezos.
Siento tus manos
dando gracias a la seda
de tu kimono.
Memoria de lágrimas, libros y
sueños que anotamos al despertar.
Una rama de ciruelo atrapa
un claro de luna.
Otoño del siglo XI
en la cima de los montes.
Celebración de la amistad
o lamento de inmortalidad
asumida.
Ya hace mil años
que caminamos juntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario